Hubiera velado a tu lado hasta el amanecer. Hubiera cargado tu peso cuanto hiciera falta para que durmieras tranquila. Un día tras otro hubiera peleado por tu vida tan cuajada en años, grandezas... y al final, limitaciones. Hubiera permanecido horas escuchando tus historias de alma sabia que había labrado sueños y había cosechado realidades. Hubiera hecho lo que fuera por volver a ver tu sonrisa agradecida por mis torpes esfuerzos cuando intentaba ayudarte. Hubiera vuelto a mi cuarto agotada, una y mil veces, como solía, después de darte las buenas noches tras una jornada difícil, pero no he podido. Hoy hace un año que te fuiste y me faltas: ¡No sabes cuánto! Sé que era tu momento y que tu estás por fin descansando, feliz. Pero yo me he quedado aquí sin tu sabiduría sin tu mirada pícara y con muchas preguntas abiertas que nunca te hice. Con un gesto tuyo, con dos palabras teledirigidas a la diana, tu me dabas mucho más de lo que yo podía ofrecerte. Por eso estoy en deuda y nunca sabré como salir de ella. (Dedicado a Ángela Mouriz, fallecida el 9 de noviembre de 2021 a los 100 años de edad)
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