La frente apoyada en el muro.
Ya quedan pocos minutos
En la mente vuelan
imágenes y oraciones:
intensas y confiadas.
Alrededor
Pasa la marea
de blanco y rojo
por Santo Domingo
sin que él lo advierta.
Llega la hora.
Termina la oración
del corredor:
La señal de la cruz
rápida y repetida
pone fin a la plegaria.
Vuelta hacia la calle.
Revisión del panorama.
Puesta a punto.
Ajuste del calzado.
Y camino al lugar
del recorrido
escogido.
Suena el cohete
Abren los corralillos
Empieza el encierro.
La espera es corta
Pero la emoción inmensa.
El mozo del muro
encuentra hueco
y hace su carrera.
en la cara de la bestia.
Quizá nadie
haya reparado
en su hazaña,
en medio
del torrente
que recorre veloz
el vuelo a la Plaza.
Han sido sólo
unos cuantos metros
con esa rasmia
que se lleva dentro.
Unos segundos,
de una energía
y una emoción
indescriptibles
que dejan una huella
indeleble
toda una vida.
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