La luna negra
destila tinta china
que emborrona las líneas
de mi camino
Y así voy saltando
charcos de alquitrán
empeñada
en no perderme.
Pero ahora que ya no reconozco
ni un ser, ni una casa
ni un alma deseada,
prefiero sumergirme en la sombra.
Desato la soledad
de mis pies cansados
y tiendo mi cuerpo
en el suelo tenebroso
así diviso
mi pequeña estrella:
la que mi padre
me señaló en el cielo oscuro.
Su minúscula luz
llueve esperanza
y revela las lindes
de mi ruta perdida.
Me levanto
trabajosamente
y la sigo.