Las farolas de mi plaza
inclinan hacia abajo
su luz amarillenta
para alumbrar el suelo.
Así no tropezamos
mientras deambulamos
buscando aprisa
el camino a casa.
No saben que hoy
apenas brillan.
Y es que allá arriba, en lo alto,
nadando en un mar de tinta china
con retazos de bruma luminosa,
reina con todo su esplendor
la luna llena.
Su luz blanca lo baña todo
de una pálida y suave claridad
que recuerda a los cuentos
de las Navidades nevadas.
***
Una niña vestida de rojo
colgada de un columpio amarillo
llama con voz aguda a su abuelo.
Quiere jugar, con luz de luna o sin ella.
Me devuelve al mundo de cemento y piedra
después de mi breve ensoñación lunática.
El astro se oculta tras el edificio
de la antigua biblioteca.
Los colores se endurecen.
Y yo busco mis llaves
a la luz de una farola
que apunta hacia abajo
su luz amarillenta.
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