La nieve de abril

es poco duradera,

pero sigue siendo

fría y silenciosa.

Igual que la que nos faltó

en este extraño invierno.

Mi plaza bulliciosa

se ha despertado hoy

cubierta de blanco

con sus casas multicolores

matizadas por la nube de copos

y envuelta en ese silencio

que sólo la nieve

sabe dar

a los pasos perdidos

y a las voces heladas.

Me gusta verla así,

en este día loco

de sol y nubes blancas.

Luz brillante

que se vela de repente

para descargar

los copos blancos

que pintan el paisaje cotidiano

con una paleta de colores

fresca y nueva

y nos recuerdan

los años de la infancia

que siempre vive

en el fondo

de cada alma.

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