El viento barre el suelo y el cielo
en esta mañana brillante.
Arriba las nubes corren
por el cielo azul denso
Abajo, hojas y papeles
se arremolinan en las esquinas.
Los colores se estrenan
con la luz de primavera
aunque el frío siga helando
las manos y apresurando los pasos.
En casa el aire se cuela por las rendijas
de las ventanas viejas
y aúlla ominosamente.
De niña creía que eran
los cantos de las brujas
malvadas y tristes
que nos acechaban
aprovechando el temporal
y la oscuridad.
Pero entonces
no temía.
Mi padre velaba.
Estaba segura.
Ahora soy yo
quien tiene que vigilar
para no dejarme engañar
cuando el canto de las brujas
me arrulla el alma.
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