El inusual silencio de mi plaza

se rompe con el sonido lejano

de la banda de música

y los tambores

que acompañan

a los pasos

de la procesión

en la calle Mayor.

Hoy le toca cantar

al eco de la piedad

y la tradición

en esta caja de resonancia

que es mi espacio vital

por el que pasan

fiestas,

furias,

murmullos

de vidas anónimas

y bullicio

de infancias incipientes.

Hoy le toca

recordar

que hay cruz

y que por ella

llegará el domingo

de campanas

aleluyas

y redención.

Hoy le toca

el redoble solemne

que es el pórtico

de la alegría.

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