A mis amigos muertos

Siempre es pronto
para la despedida
cuando el corazón está 
abierto a gozos y dolores.

Os marchasteis uno a uno
a veces sin avisar siquiera
dejando almas desoladas
tras vuestras vidas truncadas.

Paseasteis por mis paisajes
dejando rastros hondos
de vuestras propias rutas
que marcaron la mía.

Hasta que un día llegasteis
a la mayoría de edad absoluta: 
la de los que conocen 
cómo es el otro lado de la existencia.

Fueron días amargos
para los que nos quedamos
esperando entre lágrimas,
incertidumbre y una nueva soledad.

El tiempo matiza la amargura
y purifica la memoria.
Ahora mis lágrimas
son más espaciadas y dulces 

Os recuerdo todos los días.
A cada uno como erais:
Quien la alegría
quien la sabiduría.

El silencio acogedor,
el bullicio festivo,
El tesón,
La rectitud.

Me alegro de haberos tenido
durante un tiempo a mi lado
creo que os sigo teniendo
donde ya no hay dudas ni dolor...

Ni despedidas.


(Foto: El río de la vida. La toma es del Río Arakil a su paso por Ibero) 

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