Siempre es pronto para la despedida cuando el corazón está abierto a gozos y dolores. Os marchasteis uno a uno a veces sin avisar siquiera dejando almas desoladas tras vuestras vidas truncadas. Paseasteis por mis paisajes dejando rastros hondos de vuestras propias rutas que marcaron la mía. Hasta que un día llegasteis a la mayoría de edad absoluta: la de los que conocen cómo es el otro lado de la existencia. Fueron días amargos para los que nos quedamos esperando entre lágrimas, incertidumbre y una nueva soledad. El tiempo matiza la amargura y purifica la memoria. Ahora mis lágrimas son más espaciadas y dulces Os recuerdo todos los días. A cada uno como erais: Quien la alegría quien la sabiduría. El silencio acogedor, el bullicio festivo, El tesón, La rectitud. Me alegro de haberos tenido durante un tiempo a mi lado creo que os sigo teniendo donde ya no hay dudas ni dolor... Ni despedidas. (Foto: El río de la vida. La toma es del Río Arakil a su paso por Ibero)
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