Las luces del día

1 minuto

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Qué bonitas son las casas
que bordean mi plaza
cuando las ilumina el sol tenue
de la mañana.

Qué hermosas las miradas
brillantes y limpias
de los niños que juegan
debajo de mi ventana.

Qué opresiva 
mi habitación espaciosa
cuando me encierro en ella
buscando soledad.

"No es bueno
que el hombre esté solo"
y menos cuando la vida
estalla al otro lado del cristal.

He llegado a ese estado
en el que el cansancio 
es un peso que lastra
el alma dolorida,

en lugar del dulce premio
a la joven audacia
y la alegre premonición
de nuevos retos.

Necisto salir 
de mi refugio 
y mezclarme
con las risas y las luces,

allá fuera,
al otro lado de mi cristal
donde los niños corren
y el sol juega,

para descansar
de mis pesares
y recuperar
la ansiada energía.

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Desde La Plaza de San Francisco

Poesía de lo cotidiano en el mirador

del casco antiguo de Pamplona

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