Ya se apaga el cielo y se encienden las farolas de la vida. Su luz amarillenta ilumina el suelo gris y lo vuelve dorado. Así nuestros pasos pueden evitar el tropiezo con las mismas piedras. Sin embargo aún caemos como muñecos rotos en la penumbra. Antes de alcanzar el puerto seguro del hogar cálido Donde nos espera el amor sincero y la luz nueva.
Espacio para ideas y comentariosCancelar respuesta