Los árboles saben que tienen que morir a la lozanía primaveral cuando llega su tiempo. No importa que el clima enloquecido resucite el verano en Noviembre. El calor puede engañar a las almas perdidas que sólo miran los termómetros de la vida. Pero el tiempo avanza implacable sin detenerse a reposar en un banco vacío para alargar los días Aparto las hojas caídas para sentarme y contemplar el atardecer dorado cada vez más temprano Con los últimos fulgores busco el sendero de vuelta Para exprimir los segundos Que me quedan Antes de llegar a ese mundo anhelado donde nada se pierde y el tiempo es sólo un recuerdo. Cae la noche y con ella la vana ilusión del verano eterno en este paisaje finito.
Espacio para ideas y comentariosCancelar respuesta