Como niños traviesos
juegan al escondite
con las emociones

Esperan agazapados
bajo un banco rojo
o detrás de una verja

de mi vieja plaza
llena de vida
y de ilusiones.

Asaltan la mente
como maleantes
sin pedir permiso.

Y hieren el corazón
con  la puntería
de Guillermo Tell.

Un sonido,
una sonrisa,
la brisa fresca en la cara,

y los recuerdos
que creíamos muertos
despiertan de repente

devolviendo amores,
encuentros
y despedidas

con una actualidad
palpable, actual
y sangrante.

Ayer creí oir 
las primeras notas
de una melodía

y me paré en seco
herida en el alma
cuando cruzaba mi plaza.

Unas lágrimas dulces
inundaron mis ojos
como hace 20 años.

Me pareció oir 
la última canción
que me cantó mi padre

dulcemente
tres días antes 
de irse para siempre.

"No te olvides de mi,"
decía su tonada,
"mi vida está ligada a ti."

No te he olvidado.
¿Cómo podría hacerlo?
Estás esculpido en mi alma.

Y esos recuerdos tuyos
que viven conmigo
me acompañan a cada paso.


Leave a Reply

%d bloggers like this: