Algún golpe fuerte debió darte la vida para robarte tu estampa rectilínea. Mientras la copa de tus hermanos apunta orgullosa directa al sol de mediodía La tuya se inclina torcida y humilde hacia el dorado atardecer Cualquiera que fuere la razón del desvarío, no arrancó tus raíces hincadas en la tierra que amas. Y aunque es más difícil crecer con heridas abiertas expuestas a las burlas inexplicables, al lograrlo te hiciste más fuerte y tu sombra se hizo mayor. No llores más, mi abeto torcido, esas lágrimas de resina, sangre y lluvia. No llores más porque con tu figura alientas al caminante que ha perdido el rumbo. Tu silueta escorada habla de las luchas perdidas y vencidas que hacen a los héroes. Porque también los hay que mueren viejos y desapercibidos tras trazar sin pretenderlo las más apasionantes épicas. © Olga Brajnović 31-7-23 A un abeto del parque de la Taconera
Leave a Reply