Estalla en el corazón
como la risa de un niño
limpia y nueva.

Te sorprende desprevenido
cuando más la necesitas
en el lugar menos pensado.

Cuando el alma llora
a veces aparece 
desconcertante y sanadora.

Una buena nueva,
un trocito de vida,
una mirada amiga.

En mi plaza hay bullicio
de niños que juegan,
mientras suenan las campanas
de las iglesias cercanas.

El mundo llora.
hay guerra.
Pero hoy me ha llegado
una buena nueva.

Y yo proclamo
mi alegría,
como los niños
de mi barrio,
que ríen y juegan.

Esta noche 
volveré a llorar
por las vidas perdidas
en el horror sin sentido 
de la violencia.

Nuevas heridas
se unirán
a tantas cicatrices
que nunca se cerraron.

Pero ahora,
por piedad, 
dejadme disfrutar
de este dulce momento
de rotunda alegría. 

(Dedicado a Javier Marrodán)

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