Estalla en el corazón como la risa de un niño limpia y nueva. Te sorprende desprevenido cuando más la necesitas en el lugar menos pensado. Cuando el alma llora a veces aparece desconcertante y sanadora. Una buena nueva, un trocito de vida, una mirada amiga. En mi plaza hay bullicio de niños que juegan, mientras suenan las campanas de las iglesias cercanas. El mundo llora. hay guerra. Pero hoy me ha llegado una buena nueva. Y yo proclamo mi alegría, como los niños de mi barrio, que ríen y juegan. Esta noche volveré a llorar por las vidas perdidas en el horror sin sentido de la violencia. Nuevas heridas se unirán a tantas cicatrices que nunca se cerraron. Pero ahora, por piedad, dejadme disfrutar de este dulce momento de rotunda alegría.
(Dedicado a Javier Marrodán)
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