El dolor más inmenso llegó al mundo en tiempo de flores bellas y sol templado. Mientras Dios se desangra en Viernes Santo, la tierra estalla en mil colores y formas nacientes. Será porque ella es sabia y sabe que no todo acaba en los clavos y la lanza sino que la esperanza vive. Y no puede contener la alegría que romperá en la pascua prometida que nunca falla. También nosotros rodeamos la pena de nuestras despedidas con pétalos vestidos de gala. Para algunos serán una simple tarjeta de visita. Para otros, un mensaje de amor que no acaba. No hay Pascua sin Pasión, ni amor sin dolor, ni esperanza sin alma y todo merece la pena.
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