¿Qué tendrá el rugido del mar
en una playa desierta
que suspende el tiempo,
enjuga las penas
y arrulla el alma?
Bajo su hechizo
la mente parece respirar
con la brisa mezclada de salitre
al ritmo de los pulmones profundos
de su imponente grandeza.
No se ha escrito música
que iguale su poderoso bálsamo
de los espíritus perdidos
que recorren sus orillas
o surcan sus aguas.
Quizá sea la fuerza
de la profundidad inabarcable
que se acerca hecha espuma
para mojar nuestros pies
y hundirlos en la arena
Quizá sea el eco de las voces
de millones de almas
que han vivido o han perecido
peleando en sus olas
odiándolas o amándolas.
Quizá sea la repentina visión
de lo diminuto de la propia historia
en los brazos de la eternidad
que se atisba al contemplar
horizontes abiertos.
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