Ya se apaga el cielo
y se encienden las farolas
de la vida.

Su luz amarillenta
ilumina el suelo gris
y lo vuelve dorado.

Así nuestros pasos 
pueden evitar el tropiezo 
con las mismas piedras.

Sin embargo aún caemos
como muñecos rotos
en la penumbra.

Antes de alcanzar
el puerto seguro
del hogar cálido

Donde nos espera
el amor sincero
y la luz nueva.



 

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