Los árboles saben
que tienen que morir
a la lozanía primaveral
cuando llega su tiempo.
No importa que el clima
enloquecido
resucite el verano
en Noviembre.
El calor puede engañar
a las almas perdidas
que sólo miran
los termómetros de la vida.
Pero el tiempo avanza
implacable sin detenerse
a reposar en un banco vacío
para alargar los días
Aparto las hojas caídas
para sentarme y contemplar
el atardecer dorado
cada vez más temprano
Con los últimos fulgores
busco el sendero de vuelta
Para exprimir los segundos
Que me quedan
Antes de llegar
a ese mundo anhelado
donde nada se pierde
y el tiempo es sólo un recuerdo.
Cae la noche
y con ella la vana ilusión
del verano eterno
en este paisaje finito.