Hubiera velado a tu lado
hasta el amanecer.
Hubiera cargado tu peso
cuanto hiciera falta
para que durmieras tranquila.

Un día tras otro
hubiera peleado por tu vida
tan cuajada en años,
grandezas... 
y al final, limitaciones.

Hubiera permanecido horas
escuchando tus historias
de alma sabia 
que había labrado sueños
y había cosechado realidades.

Hubiera hecho lo que fuera
por volver a ver tu sonrisa
agradecida
por mis torpes esfuerzos
cuando intentaba ayudarte.
 
Hubiera vuelto a mi cuarto agotada,
una y mil veces, como solía,
después de darte las buenas noches
tras una jornada difícil,
pero no he podido.

Hoy hace un año que te fuiste
y me faltas:
¡No sabes cuánto!
Sé que era tu momento 
y que tu estás por fin descansando, feliz.

Pero yo me he quedado aquí
sin tu sabiduría
sin tu mirada pícara
y con muchas preguntas abiertas
que nunca te hice. 

Con un gesto tuyo,
con dos palabras 
teledirigidas a la diana,
tu me dabas mucho más
de lo que yo podía ofrecerte.

Por eso estoy en deuda
y nunca sabré
como salir de ella.



(Dedicado a Ángela Mouriz, fallecida el 9 de noviembre de 2021 a los 100 años de edad)


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