Camino despacio
bajo el peso aplastante
de mis perplejidades
por mi senda cotidiana,

con el piloto automático
de la rutina mañanera
en coordenadas fijas 
y sin plan de regreso.

Me cruzo con desconocidos
de caras familiares
que van, como yo, a lo suyo
con pasos decididos.

Nos vemos cada día
pero no nos miramos
y evitamos el saludo 
que nos debemos.

He tenido que esquivar
a algún turista despistado
que había perdido el rumbo
y he torcido mi ruta.

Así me he tropezado
con tu pedestal
cortándome el paso
en medio de la plaza

Hoy no me limito a rodearlo
para enfilar mi pista.
Elevo la mirada
y me gano la primera 
sonrisa de la jornada.

Esa que no he encontrado
en los rostros de mis paisanos
concentrados en componer
una nueva jornada

Me la das tu, señor de mi plaza
desde tu gesto de bronce
cálido y amable 
cercano y valiente. 

Me miro en tus ojos metálicos
y veo al hombre humilde
que me dice
"¿De qué te preocupas?"

"Une tu sonrisa a la mía
busca la paz en tu corazón
y podrás caminar alegre
aunque el alma llore".

(A san Francisco de Asís
que da nombre a la plaza
que inspira mis poemas
y la preside con su efigie)







"Camino despacio
bajo el peso aplastante
de mis perplejidades
por mi senda cotidiana,

con el piloto automático
de la rutina mañanera
en coordenadas fijas 
y sin plan de regreso.

Me cruzo con desconocidos
de caras familiares
que van, como yo, a lo suyo
con pasos decididos.

Nos vemos cada día
pero no nos miramos
y evitamos el saludo 
que nos debemos.

He tenido que esquivar
a algún turista despistado
que había perdido el rumbo
y he torcido mi ruta.

Así me he tropezado
con tu pedestal
cortándome el paso
en medio de la plaza

Hoy no me limito a rodearlo
para enfilar mi pista.
Elevo la mirada
y me gano la primera 
sonrisa de la jornada.

Esa que no he encontrado
en los rostros de mis paisanos
concentrados en componer
una nueva jornada

Me la das tu, señor de mi plaza
desde tu gesto de bronce
cálido y amable 
cercano y valiente. 

Me miro en tus ojos metálicos
y veo al hombre humilde
que me dice
¿De qué te preocupas?

Une tu sonrisa a la mía
busca la paz en tu corazón
y podrás caminar alegre
aunque el alma llore.

(A san Francisco de Asís
que da nombre a la plaza
que inspira mis poemas
y preside con su efigie)







"Camino despacio
bajo el peso aplastante
de mis perplejidades
por mi senda cotidiana,

con el piloto automático
de la rutina mañanera
en coordenadas fijas 
y sin plan de regreso.

Me cruzo con desconocidos
de caras familiares
que van, como yo, a lo suyo
con pasos decididos.

Nos vemos cada día
pero no nos miramos
y evitamos el saludo 
que nos debemos.

He tenido que esquivar
a algún turista despistado
que había perdido el rumbo
y he torcido mi ruta.

Así me he tropezado
con tu pedestal
cortándome el paso
en medio de la plaza

Hoy no me limito a rodearlo
para enfilar mi pista.
Elevo la mirada
y me gano la primera 
sonrisa de la jornada.

Esa que no he encontrado
en los rostros de mis paisanos
concentrados en componer
una nueva jornada

Me la das tu, señor de mi plaza
desde tu gesto de bronce
cálido y amable 
cercano y valiente. 

Me miro en tus ojos metálicos
y veo al hombre humilde
que me dice
"¿De qué te preocupas?"

Une tu sonrisa a la mía
busca la paz en tu corazón
y podrás caminar alegre
aunque el alma llore.

(A san Francisco de Asís
que da nombre a la plaza
que inspira mis poemas
y preside con su efigie)







"Camino despacio
bajo el peso aplastante
de mis perplejidades
por mi senda cotidiana,

con el piloto automático
de la rutina mañanera
en coordenadas fijas 
y sin plan de regreso.

Me cruzo con desconocidos
de caras familiares
que van, como yo, a lo suyo
con pasos decididos.

Nos vemos cada día
pero no nos miramos
y evitamos el saludo 
que nos debemos.

He tenido que esquivar
a algún turista despistado
que había perdido el rumbo
y he torcido mi ruta.

Así me he tropezado
con tu pedestal
cortándome el paso
en medio de la plaza

Hoy no me limito a rodearlo
para enfilar mi pista.
Elevo la mirada
y me gano la primera 
sonrisa de la jornada.

Esa que no he encontrado
en los rostros de mis paisanos
concentrados en componer
una nueva jornada

Me la das tu, señor de mi plaza
desde tu gesto de bronce
cálido y amable 
cercano y valiente. 

Me miro en tus ojos metálicos
y veo al hombre humilde
que me dice
¿De qué te preocupas?

Une tu sonrisa a la mía
busca la paz en tu corazón
y podrás caminar alegre
aunque el alma llore.

(A san Francisco de Asís
que da nombre a la plaza
que inspira mis poemas
y preside con su efigie)







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