¿Quién me librará de mi trampa de alambre y piedra? Mientras nadie mire a mi desdicha abandonada, mis esperanzas son tan vanas como un suspiro. Ayer era imprescindible: sin mí no había alegría. Hoy soy historia rota. He corrido presto en todas direcciones a donde me mandaran los pies infantiles que pueblan mi plaza cada atardecer benigno Me han coreado goles, cuando llegaba a la meta. He pasado de bota en bota zigzagueando en medio de un bosque de piernas que no descansan. Nunca les he fallado. ¿quién me lanzó a lo alto para clavarme en esta fachada? Desde aquí veo a otros jugar donde yo reiné un día Qué caprichosa es la gloria que un día te encumbra y al siguiente te rechaza porque si faltas un segundo enseguida encuentra a quien te relegue al olvido. (A un balón de fútbol atrapado entre las trampas para palomas de la fachada de las escuelas de San Francisco)
Leave a ReplyCancel reply