Me gusta verte danzar sobre los tejados de mi plaza los días nublados mientras los vecinos suben las persianas. A veces te enredas en una falda de vuelo y flores o dibujas coreografías imposibles con papeles descartados abajo, donde se apresuran los pasos. Cuando juegas con mi pelo y me limpias la cara con tu energía fresca, cierro los ojos para soñar con bosques y mares. Un balón que pasa rozando impulsdo por los niños alegres me devuelve a la realidad de piedra, tejas y estuco que siempre me acuna. ¿Desde dónde has venido, viento de la mañana, que me traes aromas de luces desconocidas a mi espacio previsible? Cuando te vea otra vez bailar en lo alto bajaré a buscarte para soñar contigo con los mundos que deseo.
Espacio para ideas y comentariosCancelar respuesta